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OMS advierte que una de cada seis personas en el mundo está sola, según informe

Un nuevo informe internacional ha puesto cifras contundentes a una de las problemáticas más silenciadas de los últimos tiempos: la soledad. Según los hallazgos presentados, una de cada seis personas en el mundo —equivalente a más de 1.200 millones de individuos— experimentó algún grado de soledad entre los años 2014 y 2023. La investigación, liderada por una comisión internacional en el ámbito de la salud, alerta sobre el impacto directo de esta realidad en la salud física, mental y emocional de la población global.

La soledad: un peligro universal

El estudio subraya que la soledad no discrimina por edad, género ni región, pero sí presenta patrones preocupantes. Los adolescentes, especialmente mujeres de entre 13 y 17 años, encabezan las cifras con una tasa de incidencia cercana al 21 %. Les siguen los adultos jóvenes, de entre 18 y 29 años, con una prevalencia del 17 %. En contraste, los mayores de 60 años presentan una menor tasa de afectación, en torno al 12 %, aunque los efectos prolongados de su aislamiento suelen ser más graves en términos de dependencia y deterioro cognitivo.

Geográficamente, los países de ingresos bajos y medios registran las cifras más altas, con un promedio de hasta el 24 % de su población afectada, mientras que en las naciones de economías desarrolladas las tasas oscilan entre el 10 % y el 11 %.

Consecuencias para la salud pública

La soledad ha dejado de ser solo una experiencia emocional o social para convertirse en un asunto de salud pública con consecuencias potencialmente letales. Según el informe, más de 870.000 muertes al año pueden estar relacionadas con afecciones agravadas por el aislamiento social. Esta cifra equivale a aproximadamente 100 muertes por hora.

Los riesgos más destacados incluyen enfermedades del corazón, diabetes tipo 2, deterioro mental, demencia, depresión y ansiedad. La soledad prolongada también aumenta la aparición de hábitos dañinos, como la falta de actividad física, el hábito de fumar, el abuso de alcohol y una dieta inadecuada, además de debilitar el sistema inmunológico y acelerar el envejecimiento.

Un problema con impacto económico

La soledad no solo impacta en el bienestar personal; también supone un gasto elevado para las economías de los países. En ciertas naciones, los costos relacionados con la atención médica, los tratamientos para enfermedades mentales y la disminución de la productividad laboral debido a la soledad implican miles de millones en gastos adicionales para el sector público anualmente.

Se estima que en algunos sistemas sanitarios, como los de Europa o América del Norte, el aislamiento social genera un gasto extra que alcanza los miles de millones de euros o dólares anuales. Esto incluye mayor uso de servicios de urgencias, consultas médicas frecuentes, hospitalizaciones y un incremento en el uso de medicamentos psicotrópicos.

Un plan integral para volver a conectar

Frente a este panorama, el informe plantea una hoja de ruta de diez años para combatir la soledad a escala global. Esta estrategia incluye cinco grandes pilares:

  1. Creación y aplicación de políticas públicas puntuales, reconociendo la interacción social como un factor vital para la salud.
  2. Fomento de infraestructuras comunitarias, tales como bibliotecas, centros culturales y espacios públicos, que faciliten el encuentro y la interacción.
  3. Formulación de programas de intervención psicosocial, especialmente dirigidos a jóvenes, adultos mayores y personas en situación vulnerable.
  4. Promoción de la investigación y evaluación sistemática del fenómeno, con indicadores claros que permitan desarrollar respuestas efectivas.
  5. Campañas de concienciación social para combatir el estigma, promover la empatía y fomentar una cultura de cuidado y proximidad.

Por otro lado, la tecnología funciona como una espada de doble filo. Aunque permite conectar a individuos que están lejos y facilita la creación de redes de apoyo, también puede causar aislamiento, especialmente en jóvenes que son propensos al uso excesivo de plataformas sociales o al cambio de relaciones auténticas por interacciones en línea.

Una invitación a actuar

Especialistas en bienestar mental concuerdan en que el principal reto no solo es disminuir los índices de aislamiento, sino también en desarrollar comunidades más integradas, conectadas y emocionalmente dinámicas. La importancia de las relaciones humanas, afirman, es tan significativa como su cantidad.

La soledad no es una condición inevitable ni un problema individual. Es un síntoma de la desconexión estructural que atraviesa el mundo contemporáneo, marcado por el ritmo acelerado, la fragmentación social y la pérdida de espacios compartidos. Por ello, abordar este fenómeno requiere voluntad política, compromiso comunitario y una nueva ética del cuidado mutuo.

En un momento en que la humanidad parece más conectada que nunca por la tecnología, el informe advierte que la soledad se ha convertido en una de las pandemias silenciosas más urgentes del siglo XXI. La solución pasa por volver a tejer los lazos sociales que sostienen la vida en común.

Por Karem M. Domínguez

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