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La privacidad en la era digital: desafíos y soluciones para las nuevas generaciones

La privacidad es un derecho esencial que enfrenta obstáculos sin precedentes en esta era digital. Carissa Véliz, docente del Instituto sobre Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford, señala que muchos jóvenes se desarrollan sin conocer lo que implica tener privacidad. Este desconocimiento, de acuerdo con la experta, tiene repercusiones profundas para su libertad personal y el porvenir de la democracia.

Véliz señala que la privacidad no se limita a proteger la información personal, sino que también condiciona la capacidad de expresarse libremente, de reunirse con quienes se desee y de participar activamente en la sociedad. La pérdida de privacidad puede derivar en autocensura y en una vulneración de derechos fundamentales, un fenómeno que ya se observa en países como Inglaterra y Estados Unidos, donde los datos personales de los inquilinos son recopilados por terceros sin su consentimiento explícito.

Peligros ocultos de la existencia digital

Los riesgos asociados al uso de plataformas digitales son especialmente preocupantes porque resultan abstractos y poco tangibles para los jóvenes. A diferencia de un riesgo físico, como saltar en paracaídas, los peligros de compartir información en línea —como fotos o datos personales— son difíciles de percibir de manera inmediata. Esta falta de visibilidad genera una falsa sensación de seguridad que puede conducir a decisiones que comprometan derechos y oportunidades futuras.

Según Véliz, la educación digital debe enfocarse en enseñar a los jóvenes a identificar estos riesgos invisibles y a tomar decisiones conscientes. La especialista también advierte sobre la responsabilidad de los padres, quienes a veces comparten información de sus hijos sin considerar las posibles consecuencias a largo plazo.

La importancia de tener una ética en tecnología y una participación proactiva

La digitalización no tiene por qué significar vigilancia constante ni pérdida de autonomía. La clave está en quién controla la tecnología y con qué ética se diseña. Véliz subraya que las nuevas generaciones deben involucrarse en la construcción de un mundo digital más seguro y menos sesgado, fomentando la creación de aplicaciones y plataformas que respeten la privacidad y promuevan la diversidad de pensamiento.

El papel de las humanidades también es fundamental en este proceso, ya que disciplinas como la filosofía, la historia y la política ayudan a reflexionar sobre el uso de la tecnología y a fortalecer la capacidad crítica frente a los desafíos éticos. Sin este enfoque, el desarrollo tecnológico podría convertirse en un instrumento que limite derechos y concentraciones de poder.

Una invitación a volver a lo tradicional

Aparte de promover la percepción digital, Véliz resalta la relevancia de encontrar un equilibrio entre el mundo digital y las actividades analógicas. Leer libros impresos, disfrutar del entorno natural, tener encuentros cara a cara y ser parte de la vida comunitaria son actividades que refuerzan la independencia personal y la capacidad de adaptación ante la omnipresencia digital.

La especialista concluye que, mientras menos dependamos de lo digital, más completa y satisfactoria será la vida de los jóvenes. Lo digital debe ser un complemento, no un sustituto de la experiencia real, y el acceso responsable a la tecnología debe ser parte de un aprendizaje que combine derechos, ética y disfrute de lo cotidiano.

Por Karem M. Domínguez

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